La felicidad es tan extraña que a pesar de
que todos pasamos nuestras vidas buscándola, la tenemos enfrente pero no la
reconocemos hasta que es demasiado tarde. Estar vivos, poder respirar, poder
movernos, gozar de un estado de salud por lo menos controlado, permanecer conscientes,
tener agua potable o incluso solo agua, alimentos, la sonrisa de un amigo,
hijo, o algún familiar, son algunos de los muchísimos motivos para ser felices
y pasar la vida celebrándolo, pues el día que una de estas cosas nos falta es
cuando usualmente notamos el tesoro que siempre tuvimos, pero que
desaprovechamos.
La ilusión
de la felicidad que nos da obtiene el acuñar grandes fortunas o fama es tan
destellante que nos hace malgastar una gran parte de nuestra vida detrás de ese
espejismo, ya que muchos nunca consiguen su meta y los que las consiguen muchas
veces no encuentran la felicidad que tanto habían soñado. Es por esta razón que
la lista de suicidios y sobredosis de sustancias controladas de Ricos y Famosos siempre sigue creciendo.
Lo poco que tenemos es mucho más que
suficiente para ser felices y la noticia es que todavía podemos lograr que esa
felicidad se multiplique al compartir la felicidad con personas que están
dispuestas a ser realmente felices con lo que se tiene.
Aclaro que no estoy condenando el mejorar
nuestra situación económica, lo que condeno es que tras esa búsqueda de mejoría
nos convirtamos en esclavos del dinero, perdiendo la esencia de vivir libres y
de ser realmente felices.
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