Revisando las cosas que tenía esa vieja
maleta que llevaba al parecer un siglo en una de las esquina del sótano,
encontró un folder que contenía unos papeles que parecían muy importantes, sin
dudas documentos oficiales, y aunque las hojas tenían un tono amarillento
pálido, señal indiscutible del pasar del tiempo, también era evidente que aún tenían
vigencia. Sobre todo ese título de propiedad sin fecha de caducidad que
indicaba que un trocito de su corazón le pertenecía a ese viejo amor, que mucho
tiempo atrás iluminó sus días con la misma gracia, belleza y elegancia con la
luna llena nos ilumina las noches.
Sostuvo el papel en las manos un poco
temblorosas y mientras lo leía, los recuerdos de aquel amor llenaban sus ojos
de una felicidad extraña con un sabor agridulce, logró entender que algunos
lloran de tristeza, otros por felicidad, pero los que lloran por un viejo amor
lloran por las dos cosas. Un sentimiento extraño, sujetó el papel con ambas
manos y los coloco en su pecho, mientras miraba al horizonte a través de su
ventana y logró ver que la luna llena estaba inmensa, extremadamente grande y especialmente
bella, más sin embargo es pleno día y aunque para muchas personas pase casi desapercibida,
para la persona correcta ver la luna adornando nuestro firmamento en pleno día
es señal de que cuando se quiere se puede y que nunca es tarde si la dicha es
buena. Se retiró el papel del pecho, secó sus lágrimas y entendió que todo era cuestión
de tiempo.
El verdadero amor sobrevive al tiempo, la
distancia, puede ir y venir a su antojo, algunas veces nos encuentra en buen
estado, otras veces nos llega cuando estamos deshechos, pero siempre nos da el
empuje, la fuerza y las ganas de continuar. De seguir luchando, de perseverar,
de volver a brillar, a florecer, a latir. Después de todo, la vida es eso. Amar.
"Luna llena" Por Roibe Duran
"Luna llena" Por Roibe Duran