Que alegría descubrir que estuve equivocado, todo
el tiempo que pensé que te había olvidado, cuando por sorpresa en la calle nos
encontramos, esa noche brillante que con nuestras miradas nos conectamos y con
beso insinuante nos saludamos.
Por un momento estuve completamente vulnerable
al intenso ataque el que sometiste a mis 5 sentidos, el primer desafío fue para
el sentido de la vista que tuvo que lidiar con el tremendo resplandor causado
por el brillo de tu mirada tan seductora y a la vez tan tierna.
Mi sentido de auditivo permitió que me
volviera a deleitar con tu melodiosa voz capaz de derretirme el tímpano con
solo pronunciar una silaba.
Mientras tanto mi sentido del olfato quedo
embriagado por el efecto de tus feromonas, que al igual que antes solo fueron
necesarias unas microscópicas moléculas con tu olor para enloquecerme por
completo.
No pude controlar el deseo de sostener sus
manos, y te confieso que al tocarte sentí una descarga eléctrica de 25 mil
voltios que no me mató, pero aflojo todas mis coyunturas sobretodo mis
rodillas, aunque en ese momento debí parecer un edifico hecho con gelatina el
mayor desafío aún estaba por venir.
Afortunadamente la adrenalina se apodero de
la situación, mi corazón latía muy por encima de lo normal, parecía que quería salirse
de mi pecho para estar a tu lado, dándome las energías y el valor necesario
para atreverme a darte un beso, ese que dejó abiertas las puertas del cielo,
ese beso del que la luna y las estrellas fueron testigos, ese beso que
descontroló todo el universo, cambiando todo por completo… una vez más.