Quiero compartir con todos ustedes esta nota personal de mi vida.
Luego de una larga espera de más de 12 años para poder viajar a Estados Unidos y establecerme por fin con mi familia nuclear, les cuento que se acabó la espera, ya obtuve el permiso necesario para salir del país y esperar por mi residencia en tierra Estadounidense.
Les cuento que en el transcurso de ese periodo de espera mi vida tuvo muchos altos y bajos. Momentos en lo que me sentía muy solo, triste, separado de mi familia, momentos en que por mi forma de pensar, distinta a la mayoría del Dominicano común, me sentía como un extranjero en mi propio país. Sentía que no encajaba con la sociedad. Aun así, no puedo decir que no tenía amigos, que no tenía personas que a las que les importara. Pues en todo momento de mi vida, estuve rodeado de muchas personas que me querían, me respetaban, y que compartían sus buenos y malos momentos, sus deseos, sus sueños. Nombrarlos en este post seria más que un atrevimiento una osadía ya que temo que al colocarlos en una lista, se mal interprete el orden.
En este tiempo atravesé dificultades muy fuertes, tantas que en una época de mi vida, deseaba que me salieran esos papeles para irme y no regresar más nunca. Sin embargo debo agregar, esos momentos difíciles moldearon mi carácter, moldearon mi conducta, moldearon mi forma de pensar. Y que además ese tiempo me ha servido para valorar más a mi familia tanto los que viven aquí en Rep. Dominicana como los que viven en EEUU y para ampliar más mi círculo de amigos. Amigos que me los hubiera perdido sin tener la oportunidad de conocerlos. Amigos que no olvidare ya que son una parte muy importante de mi vida, amigos por los que vale la pena vivir por los que vale la pena regresar.
El pasado 27 de Julio se convirtió en ese día esperado por tantos años, mi felicidad fue inmensa, salí del consulado con la velocidad de un rayo, solo quería llegar a mi casa donde tenía mi celular, para poder compartir mi alegría con todos mis seres queridos. Tan pronto llegue a mi casa tomé el celular y noté que tenía 27 llamadas perdidas. Me apresuré a llamar a mi mamá, la felicidad de ella era mucho mayor que la mía. Luego de terminar de hablar con mi mamá, empecé a devolver las llamadas perdidas y fue cuando me enteré de la peor noticia que había recibido en años. La muerte de un amigo. Ese suceso tan triste y doloroso me ha causado gran impacto, es que nunca me imaginé que el día que tantos años esperé se trasformaria en un día tan amargo, tan agrio… Carlos (kool) Martínez, siempre te recordare con una sonrisa. Adiós Amigo.