Me advirtieron que quien te mire
directamente a los ojos se convertía en una estatua de piedra, que el efecto narcótico de tus besos tiene gen
destructor, y que tus caricias son muy corrosivas. Que nadie podía salir con
vida de tu embrujo seductor, con tan buenas recomendaciones preferí bajar mis defensas
por completo y encontrarte. Que sorpresa me lleve cuando te mire a los ojos y
no me convertí en piedra, me convertí en un enamorado, te bese y no sentí ningún
gen destructor en cambio me sentí un afortunado, y tus caricias tampoco eran
corrosivas más bien eran la mejor sensación que había sentido en mi vida. Pobre
infelices que equivocados estaban.
Qué ironía, decían que moriría más lo que encontré el manantial de la fuente de la
eterna juventud, en las lejanas y oscuras cavernas del valle del sur, protegido
solo por un guardián a cada lado de la entrada, a los que soborno a mi antojo
con mis besos y caricias, para que me abran la entrada del mágico lugar donde
con solo una gota basta transformarme en un maquina sedienta que solo quiere beberte
por completo.
Contigo soy el dueño del tiempo. Puedo convertir
las madrugadas en minutos, las horas en segundos, puedo sincronizar nuestros
cuerpos y sentir la mejor sensación del planeta comprimida en un solo instante.
Ese pequeño instante donde explotamos y replicamos nuestra propia versión del Big
Bang, Expandiendo el universo… Nuestro propio universo.